Cambios a Fines del siglo XVIII. En el momento de producirse el inicio de los acontecimientos revolucionarios en Haití, en la parte española se estaba produciendo débilmente algunos procesos que hacían ver una nueva tendencia en el desarrollo socioeconómico. El absolutismo ilustrado de Carlos III había creado ciertas condiciones para un mayor desarrollo de la colonia.
Esta tendencia hacia cambios se manifestaba en la búsqueda de fuentes de riquezas más productivas, basadas en un sistema esclavista más riguroso que, a diferencia del existente en torno al hato ganadero, permitiese un mayor aprovechamiento de los recursos naturales, de la fuerza de trabajo humana de los esclavos y una mayor incidencia en el mercado mundial. En definitiva se pretendía ir un poco por la vía esclavista clásica, cuyo punto más destacado en el Caribe era la colonia francesa de Saint Domingue, dirección que ya estaba tomando la isla de Cuba y que tendría vigencia durante casi todo el siglo XIX en ella.
Los grandes esclavistas de la parte española de Santo Domingo, en unión a los funcionarios burocráticos, forjaron un instrumento jurídico para tal programa social y económico que fue el Carolino Código Negro, por el cual el sistema de propiedad de la tierra de los hatos y el sistema de esclavitud feudal predominante en la parte española quedarían seriamente lesionados en beneficio de un sistema de plantación y de una esclavitud evolucionada intensiva.
El Código Negro y otros mecanismos para el cambio no fueron puestos en ejecución sin embargo, ya que todavía las fuerzas generadoras de dichos cambios eran bastante débiles y porque a partir de 1789 toda la historia de Santo Domingo español sufrió las profundas influencias de los acontecimientos de la parte occidental, influencias debidas a que el sistema colonial del siglo XVIII estaba basado en la subordinación hacia la vecina colonia francesa.
En los últimos años del siglo, se produjeron intentos de franceses emigrados de Saint Domingue por reproducir plantaciones en la parte española. Sin embargo, estos intentos no fueron lo suficientemente poderosos como para contrarrestar las otras influencias contrarias al orden esclavista. Hasta 1809 hubo un elevado número de franceses en el país, muchos de los cuales instalaron pequeñas plantaciones o se ocuparon en otras actividades, como cortes de maderas, sin lograr cambiar la fisonomía socioeconómica, en lo esencial.
En las últimas décadas del XVIII se estaban produciendo otros cambios de importancia. Por encima del intento de embestida contra el sistema del hato por parte de la aristocracia burocrática, este sistema empezaba a dar las primeras muestras de crisis.
Cierto que esta crisis era más bien potencial, con manifestaciones todavía muy débiles, porque el crecimiento vertiginoso de la colonia francesa seguía dando vigencia al aumento de la producción ganadera.
Sin embargo, además del desarrollo relativo del sector de la plantación esclavista, en la colonia española se desarrollaba con más fuerza otro sector, que iba sentando las bases para la superación de la ganadería y del modo de producción esclavista feudal predominante. Entre esos cambios se encontraba la constitución de una gran masa de libertos o descendientes, junto a otros libres, en la situación de pequeños y medianos productores agrícolas campesinos.
La formación del campesinado a fines del siglo XVIII se vio acompañada por el inicio del nuevo desarrollo de la pequeña burguesía urbana. Ambos sectores sociales tenían en lo esencial ya una base de sustentación diferente de la ganadería. Este nuevo sector social de campesinos y pequeños burgueses agrarios y urbanos se basaba además en relaciones de producción nuevas generadas por la propiadinámica de la economía del hato, relaciones de producción de pequeña propiedad mercantil simple pre-capitalista. El estudio de sus características lo haremos mas adelante, ya que estas relaciones sociales se hicieron predominantes totalmente con el régimen haitiano en 1822.
Pero en general la Revolución Haitiana, desde los anos finales del XVIII, al provocar el colapso general del orden colonial tradicional, causó el desarrollo a ritmos mayores de estas nuevas relaciones de producción.
Un aspecto importante de los cambios fue el gran aumento de la población acumulado a fines de) siglo, ya que estaba llegando al punto de ser (al contrario de antes) un factor adverso a la ganadería y favorable al desarrollo de la agricultura en pequeña escala. El desarrollo agrícola fue en pequeña escala por el escaso poder de la clase esclavista y en general la poca capitalización existente, situación que se agravó a inicios del XIX.
Crisis del Régimen Colonial. Cuando la colonia francesa entró en crisis también entró en crisis la colonia española y su futuro destino histórico estuvo marcado por la influencia de estos cambios. La Revolución Haitiana impidió la materialización de un proyecto esclavista que hubiese dado mayor vigencia a la dominación colonial española, como sucedió en Cuba y Puerto Rico. Por otra parte, la Revolución Haitiana arruinó el sistema de la ganadería extensiva del hato al desaparecer el mercado natural de dicho renglón, que era el sistema de plantación de la colonia vecina, barrido con los cambios revolucionarios.
La influencia de los cambios en Haití fue más profunda porque hubo un intento de extensión del proceso revolucionario a la parte española, el cual acentuó más todavía la decadencia del orden colonial del siglo XVIII y particularmente de la relación social que le servía de base, que era la esclavitud.
Esta extensión de la Revolución Haitiana a la parte española provocó la emigración de sectores fundamentales de la clase esclavista en sus dos componentes de la aristocracia burocrática colonial y de los hateros, pero principalmente del primero. Con esto el sistema colonial sufrió un golpe demoledor, puesto que los centros productivos se desmontaron, se produjo una disminución demográfica bastante importante, el comercio externo se desorganizó y casi desapareció, y se produjo un proceso de nivelación social por ausencia de muchos de los esclavistas y por la liberación de los esclavos efectuada primero por Toussaint y luego por Boyer.
La quiebra del orden colonial tradicional significó un cambio de relaciones sociales que estuvo acompañado por un proceso intenso de luchas de clases y de luchas nacionales en que emergieron los primeros destellos de la conciencia nacional. La ruina del orden colonial se expresó directamente en un empobrecimiento del país, pero, en realidad, esa situación preparó la emergencia de nuevas relaciones de producción que suponían un avance histórico muy importante con respecto al período colonial.
Más adelante veremos los rasgos fundamentales de este nuevo modelo socioeconómico y sus consecuencias sobre el desarrollo histórico del país. Los acontecimientos revolucionarios desde finales del siglo XVIII y sobre todo en los primeros años del siglo XIX fueron un factor activo de primera importancia en la decadencia del orden social colonial y en la emergencia de uno nuevo.
La Situación Después de los Acontecimientos en Saint Domingue. El Tratado de Basi-lea. En los primeros tiempos las hostilidades en Saint Domingue no afectaron la situación vigente en la colonia española. Por un lado, hasta el inicio de la gran sublevación de esclavos en 1791. El comercio ganadero se mantuvo casi en la misma situación que en años anteriores. Todavía hasta años más tarde siguió existiendo algún comercio ganadero a pesar del proceso revolucionario, ya que como hemos visto, el dominio social de la clase esclavista sólo fue totalmente erradicado con la proclamación de la independencia por Dessalines.
Sin embargo, la desorganización de la economía de Saint Domingue a partir de 1791, planteó una crisis fundamental a la economía ganadera de la parte española. No obstante, la crisis no fue excesivamente destructiva por el tipo de organización económica del hato, que era esencialmente natural y resistía la paralización de los intercambios. Otro aspecto a destacar es que, a partir de 1789, la monarquía española concedió libertad de comercio a sus colonias americanas y de ahí partió el inicio de la nueva orientación del comercio exterior del país a través del puerto de Santo Domingo, aun cuando ese comercio se mantuviera en dimensiones muy modestas en esos años.
Las autoridades de la colonia española tomaron medidas para evitar que el espíritu revolucionario de la parte occidental se extendiera a la parte española. Para ello incrementaron la vigilancia de la frontera y reforzaron el potencial de las tropas. Sin embargo, la situación se mantuvo en calma hasta 1793 cuando, en virtud de la guerra en Europa, ambas colonias pasaron a combatir. En general, los dos años de guerra entre las dos colonias, donde junto con las tropas españolas combatieron tropas inglesas y las tropas negras de Jean François, se caracterizaron por intensas actividades en las zonas fronterizas, principalmente en el centro y en el norte, donde los españoles desplegaron una ofensiva para reconquistar los territorios de la colonia francesa.
La guerra tuvo un efecto destructivo sobre la ganadería de las porciones fronterizas que suplían la mayor parte de la producción pecuaria de la colonia por su proximidad a Saint Domingue. La matanza indiscriminada de reses y la necesidad alimenticia de los ejércitos causaron una disminución brusca de la riqueza pecuaria. En general las guerras que conoció la colonia hasta 1809 causaron un efecto muy negativo sobre su principal renglón económico, a lo que hay que agregar el factor ya visto de falta de estímulo a la reproducción ganadera por la pérdida de su mercado tradicional.
Estas guerras, que tuvieron por eje las zonas fronterizas, mayormente, así como la amenaza que se consideraba la presencia de los insurrectos haitianos, provocaron la migración masiva de la población de dichas zonas, que como se ha visto eran las que proporcionaban la mayor parte de la producción ganadera. Ese proceso migratorio comenzó con el tratado de Basilea en 1795 y llegó hasta la fundación del Estado haitiano, posteriormente a 1804. Inmensas zonas quedaron casi virtualmente desiertas, siendo algunas ocupadas por los haitianos, principalmente en el cul-de-sac de Las Cahobas, Hincha, San Rafael y San Miguel, donde consecuentemente se produjo un proceso migratorio de haitianos desde los primeros años de siglo, que definió que dicho sector pasara a formar parte de Haití.
La guerra fue interrumpida en 1795 por la paz de Basilea entre España y Francia, una de cuyas cláusulas establecía la cesión de la parte española de la isla de Santo Domingo a Francia. Los franceses nombraron comisionados en Santo Domingo para irse entendiendo con las autoridades españolas acerca de la evacuación de la administración colonial y la trasmisión del mando. Sin embargo, los franceses decidieron no ejecutar el acuerdo llegando a un entendido con las autoridades españolas, quienes esperaban que a través de este aplazamiento se pudiesen crear condiciones favorables para el mantenimiento de la soberanía española.
Así surgió una situación que se prolongó por más de 4 años en que la colonia española siguió subsistiendo como tal tras haber sido cedida a Francia. En esta época el gobernador García trabajó en estrecha cooperación con los comisionados franceses que residían en Santo Domingo.
A pesar del aplazamiento sistemático de la puesta en ejecución del tratado de Basilea, su anuncio fue acompañado por una proclama del rey español ofreciendo protección a los subditos que se quisiesen mantener bajo la autoridad española y que, por ende, decidieran abandonar la isla; se les ofrecía transporte gratuito de sus personas y de sus bienes y la adjudicación de propiedades en Cuba y Venezuelasimilares a las que abandonaran en Santo Domingo. De tal forma, ante la inminencia de la extensión de la autoridad republicana francesa que había proclamado la abolición de la esclavitud, un núcleo importante de los esclavistas se ausentó tras el anuncio del tratado, y otras personas, asimismo, abandonaron la isla, como el arzobispo, los frailes y las monjas de los monasterios, algunas autoridades coloniales, etc.
Sin embargo, otros grupos de esclavistas permanecieron en el país con la esperanza de que el tratado no se pusiera en ejecución y otros con la esperanza de que las autoridades francesas mantuvieran su promesa de respetar sus personas y sus propiedades. En lo adelante este grupo se constituyó en un factor de presión para evitar la puesta en vigencia del tratado y la subsiguiente extensión del proceso revolucionario haitiano a la parte española.
En esos años el proceso revolucionario haitiano no provocó estímulo sensible a la lucha de clase de los sectores sociales oprimidos de la parte española. Indudablemente que los primeros gérmenes de ideología liberal revolucionaria se propagaron entre representantes de vanguardia de las capas medias. Algunos dominicanos además se unieron a los insurgentes haitianos.
El intento revolucionario más importante de esos días fue el protagonizado por los más de 200 esclavos del ingenio Boca de Nigua, poco después del tratado de Basilea. Este ingenio pertenecía a un noble español y era la plantación esclavista más importante de la colonia.
Después de muchos días de resistencia, los esclavos fueron vencidos por tropas del presidio de Santo Domingo con refuerzos de Puerto Rico, mediante el uso de artillería pesada, pues los esclavos se atrincheraron aprovechando las fortificaciones del ingenio contra los ataques piratas.
Es significativo que, como en años posteriores, fueran esclavos de plantaciones los que se rebelaran intentando extender el proceso de Haití. Los esclavos de hatos y los domésticos, la inmensa mayoría en la colonia, en su generalidad como hemos señalado, no tenían una actitud revolucionaria ante el régimen esclavista a causa del patriarcalismo y a las relaciones de producción esclavistas feudales.
Los esclavos de plantación tendían a acciones revolucionarias porque eran explotados intensivamente y no veían posibilidades de mejorar su condición bajo el dominio colonial. Por otra parte, la presencia de ciertas cantidades de esclavos en cada plantación aumentaba la solidaridad de clase y estimulaba los deseos de rebelión. A esto se suma que los esclavos de plantación estaban casi todos en una zona bastante pequeña, en los alrededores de la capital. Pero aún así los insurrectos de Boca de Nigua.